Hoy fui a un colegio invitado a una ceremonia donde se entregaban certificados a los niños de primero básico que aprendieron a leer y se entregaban también los famosos maletines literarios de la DIBAM.
El colegio al que fui, es una construcción Alemana de madera increíble, tiene como 100 años y miles de salas. El salón tiene un escenario fantástico, de esos antiguos; con bastidores, escalinatas, donde se pueden colgar cosas, subir y bajarlas durante el acto, etc. Cómo en las películas.
Una profesora mostró una presentación en power point con fotos de los niños, videos y algunas explicaciones de los métodos usados para que los niños aprendan rápido.
En primera fila estaba un primero básico que, a la primera diapositiva empezaron a leer. Pero los niños a esa edad no leen en voz baja, así que se escuchaba un coro de cabros susurrando palabras y, por la buena acústica de la madera, se escuchaba en todas partes, más fuerte incluso que la profesora con su micrófono. Hubo que pedirles que no leyeran más.
Muy divertido.
Después, subieron cuatro niños de ese curso a leer una especie de
discurso. El niño que empezaba leyendo se equivocó en la cuarta palabra, miró a la profesora con cara de terror, y se puso a llorar. La profe se subió corriendo, lo abraso y lo reemplazo. Mientras eso ocurría, la última cabra le hacía gracias a alguien del publico; movía la cola, ponía caras y hacía una serie de cosas divertidas. Al otro lado de la fila, el otro niño lo pasaba pésimo y nadie lo bajó del escenario, así que puro lloró.
Luego fue el turno del grupo de cuerdas. 8 violines y 4 violas. Los músicos, sólo llevaban un par de meses tocando. Se sentaron muy ordenados, muy elegantes, bien peinados y muy serios. Pusieron sus carpetas negras, todas iguales, y ... a uno de los del centro se le caen todas las partituras, trata de ordenarlas y ponerlas nuevamente en el atril, pero es inútil. Se vuelven a caer. El violín de al lado lo ayuda y es peor. La mitad de los músicos con ataque de risa. Por más que trataron no pudieron poner la carpeta en su lugar.
El cabro, finalmente, deja la carpeta en el suelo, pone una hoja arrugada en el atril y la dobla por arriba para que no se caiga. Mira muy serio, y sonrojado, a la profesora diciéndole con la mirada que está listo.
Tocaron.
Todos en tonos distintos, pero salió muy bien. Los músicos estaban muy orgullosos.
Para terminar, ya que no llegaron las autoridades invitadas, me pidieron que dijera unas palabras. Casi muero!!!
No tenía idea que decir... por suerte, traía en el auto unos libros que bajé para mostrárselos a la directora, y conté un cuento no más. De brujas, claro.
-¿Ustedes saben como reconocer a una bruja?? Es fácil. Siempre se visten de neeegro.
La mitad de las profesoras y de las mamás estaban vestidas de negro.
-Sin ofender a las colegas presentes, dije yo.
Se rieron y escucharon atentas.
No hubo discurso.
No es lo mio.
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