De pelotas a pelotudos

Estas semanas que estuve de vacaciones en el campo, de guata al sol en la piscina, sin Internet y sin ver noticias, realmente me desconecté del mundo. Nunca me había pasado antes.
El lunes, cuando volví a la oficina, me desayuné varias noticias medias insólitas, como por ejemplo lo que pasó con los Mapuches en el sur (de Santiago, norte nuestro), el pastelazo que pasó entre la Bachelet y sus ministros o que se descubrió que el Director del Registro Civil en Puerto Montt tenía dos mujeres. Esa onda…
No se que piensan ustedes, pero esa pasividad del gobierno inquieta, por decir lo menos.
Me explico.
Los Comuneros Mapuches hacen lo que quieren, queman casas y galpones de los campos que producen para el país sin que nadie haga nada al respecto. Pero cuando con “protección policial” termina un delincuente muerto, que estaba atacando a un agricultor por enésima vez, todo se da vuelta al ser un Estudiante Universitario. Entonces, deja de ser un delincuente y se transforma magicamente en un Mártir.
Hace unos años en Osorno, estudiantes de la Universidad de los Lagos se tomaron la ruta internacional 215, camino a Bariloche. Llegaron carabineros y en la trifulca le pegaron a un “pobre estudiante Mapuche” que llevaba como ocho años estudiando una carrera de cinco, y todavía le faltaban sus cuatro semestres.
Con becas por el apellido, probablemente siga en la Universidad y organizando revueltas.
Al paco, eso si, lo dieron de baja. Porque es inaceptable que le abusen de un estudiante universitario, que a pesar de sus orígenes se esfuerza por romper la línea de discriminación de la que ha sido víctima su pueblo, desde la época de Pedro de Valdivia hasta los días de hoy.
Perdonenme, pero eso es pura mierda.
No se puede esperar que te solucionen la vida por que si. No hay dignidad en eso. Hay mucha gente que se saca la cresta trabajando todos los días para dar una vida mejor a sus hijos y, como dice Piñera, son la Inmensa mayoría.
Simplemente, mientras en este país tengamos ciudadanos de distinta categoría, ya sea por su raza, por política, por sus cargos o simplemente por su riqueza, estamos hasta el mango y seguiremos siendo uno más del montón.