Hace tiempo atrás íbamos en una cabalgata en Coyhaique y derrepente se puso a llover. Entonces uno de los clientes me miró con cara de pregunta.
-No se preocupe, dije yo. Es sólo una nuvada.
-¿Si? dijo el.
-Si. Afirme con seriedad. En dos o tres semanas deja de llover.
Nos reímos...
y nos mojamos el viaje completo.
A mi nunca me ha molestado el clima. Cuando chico vivíamos en un campo en Coyhaique y siempre hicimos las mismas cosas sin importar si llovía o nevaba. Siempre te podías abrigar o poner una manta y siempre, siempre había un fuego prendido en la casa.
Años después me vine a vivir a Osorno y pucha que llueve, pero hasta en los peores diluvios llegábamos todos a los entrenamientos de rugby, por ejmplo. Claro, no hay nada más rico que jugar rugby en el barro. Lo incómodo es cuando el barro se te mete en los ojos, porque como no tienes ni un dedo limpio, te quedas tuerto o ciego para siempre no más.
Ahora que trabajo en una oficina, el sonido de la lluvia golpeando la ventana y en el techo relaja. Claro que después de tres días sin parar, se suman un par de goteras a la orquesta.
1 comentario:
wow!!!
que profundo.....
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